Simone no es una niña normal.
Ella tiene algo que los demás no tienen.
Jane Barret no comprendía: cómo de pronto una niña de nueve años parecía haberse convertido en un problema para la seguridad nacional.
La CIA y el FBI llevaban tiempo buscándola. Simone, siempre conseguía huir en el último momento ayudada por su padre. Ella era la única superviviente del incendio de la guardería Madison, donde murieron seis niños. Además de los federales un codicioso coleccionista de arte también la busca. Simone tiene algo que le pertenece. Más conocido como el Impresionista, Albert Quickley ignora el motivo por el cual el FBI quiere detenerla. Pero sospecha que saben de su capacidad para dominar el fuego con la mente. Él la encontrará antes y recuperará lo que es suyo. Jane Barret y su equipo tratarán por todos los medios de impedírselo.
Simone y su padre parecen ir siempre un paso por delante de sus perseguidores. Los dos viajan solos. Llevan varias semanas huyendo de las autoridades, durmiendo en moteles de carretera y atravesando el desierto. Ella sabe que es la causante de todos los males de su padre, pero no puede hacer nada para evitarlo. Su madre había abandonado demasiado pronto este mundo, dejando un gran vacío en sus corazones.
Luke nunca superaría su muerte. Echaba de menos a su esposa. No sabría qué haría sin ella. Entre los dos resultaba más sencillo ocuparse de la pequeña. De todas maneras de no ser por el apoyo de su hija, terminaría hundiéndose. Simone ocupaba todo su espacio y era la única razón que tenía para seguir viviendo.