La inspectora Magda investiga la desaparición de varias jóvenes universitarias en las ciudades de Atlanta y Boston, mientras se enfrenta a la ludopatía de su hijo. Angustiada por su situación personal, la ansiedad la atrapa a ratos y no logra pensar con claridad. Debido a la falta de avances en el caso, los federales envían a una agente novata para sustituirla al frente del mismo. Estaba claro que le había molestado mucho que una muchacha de veinte años la hubiese relegado del cargo como cabeza de la investigación. Jane Barret trató desde el principio ganarse su confianza. Muy pronto entre ellas se entablaría una estrecha relación que iría más allá de lo estrictamente profesional.
En el último consorcio celebrado en el ayuntamiento de la Brecha: el alcalde Buddy, el reverendo Lebay y el sheriff Leigh, acuerdan secuestrar mujeres fértiles para procrear y evitar así la despoblación en la zona. Los tres dirigen una secta denominada la Hermandad de los Fecundadores. Las chicas capturadas son denominadas reproductoras. Algunas deciden casarse voluntariamente con sus captores y son ascendidas a guardianas. Ellas serán las encargadas, siguiendo ancestrales ritos sagrados de sus antepasados, de vigilar y ayudar a adoctrinar a las cautivas. La idea de ser bañada con la sangre de un animal, antes de ser fecundada a Vicky la aterrorizaba. La tomarían como a una bestia salvaje, sin tener en cuenta para nada sus sentimientos. Muy pronto, comenzarían los sacrificios y las violaciones en masa.