La ambigüedad de una traición es el motor de esta historia que constituye el tema aparente de “El refugio de Vegabaño”. Sin embargo, lo que en realidad enmascara es el desorientado transitar de los personajes por una fascinante entorno de espejos en los que se reflejan el amor y el rencor, el pasado y el presente, la realidad y la ficción, en un trepidante claroscuro de corte premeditadamente narrativo que mantiene al lector bajo su hipnosis hasta el último renglón del libro.
Convocados por un comité comunista de guerra, cuatro soldados republicanos se dirigen hacia Soto de Sajambre (aldea situada al norte de León, en pleno corazón de Picos de Europa) para ejecutar al agente infiltrado Lucas Alcázar, intimo amigo de varios componentes del grupo y amante en un candente pasado de la guerrillera Nadia Lorenzo. A partir de este instante la trama se pierde en el tiempo, viajando en la memoria del narrador, a través de arcanos bosques, oníricos paisajes y las majestuosas calles de Oviedo, diluyéndose, en la inspiración musical de un pianista y un saxofonista, para terminar perdiéndose entre los lienzos de un excéntrico pintor.