Además de ser una intuitiva investigadora, Jane Barret es una empedernida activista ecológica; una brillante hacker y, una experimentada escaladora; ella tiene el extraño don —bien a través de visiones o sueños— de comunicarse con los muertos. Ello la hace diferente al resto de los agentes.
En ocasiones cuando se sentía perdida, Jane acudía al bosque para ocultarse en su espesura, tratando de guarecerse de todos los peligros de este mundo. Aunque pululantes sombras poblaban la noche y podrían hacerle mucho daño. Ella era inconsciente de esa clase de peligros, siempre había sentido lástima por las víctimas de violación, pero no sentía ningún temor por lo que pudiese acontecerle a ella. La senda brillaba bajo el peso de la escarcha, mientras ella clavaba sus tacones de aguja en ella, dejando sus huellas ancladas en los restos de la superficie helada. La sangre le hervía en las venas y el viento helado le abrasaba los pulmones. La oscuridad era total en un punto en que el bosque parecía devorar la ciudad. Su madre había muerto muy joven, Jane nada pudo hacer para impedirlo, se limitó a contemplar como una ciega testigo como la ELA la consumía. Al morir su madre, su padre no pudo soportarlo y se quitó la vida, arrojándose con el coche por un precipicio. El inspector Swann enseñó sus credenciales antes de levantar la cinta policial y los agentes afincados al otro lado le permitieron el paso. Una vecina madrugadora que vivía en un chalet cercano a la pasarela había escuchado agonizantes gritos procedentes de la espesura del bosque desde su ventana. Llamó de inmediato a la policía. La ribera se llenó pronto de agentes uniformados. Un enorme oso Grizzly había atacado a unos cazadores furtivos.